En el último taller que hicimos en el centro, justo antes de la pandemia, una participante compartió una GRAN DUDA. Oyó hablar de la importancia de transitar por un camino específico en el Foro Espiritual celebrado el anterior fin de semana en Logroño, para poder profundizar sabiamente en un trabajo interior.
Me gustó mucho su aportación porque es un problema que cada vez veo con más frecuencia en las personas que se inician en Mindfulness. Acuden aquí y allá en este nuevo mundo tan intoxicado de información ("infoxicación" como se lo he oído llamar a mi querido colega Fernando Tobías, también riojano por cierto, que con tan "sabio y serio humor" aborda este trabajo) recibiendo prácticas y técnicas muy diversas, muchas veces válidas, normalmente descontextualizadas, y que a veces les sume en contradicciones que les hace muy difícil saber elegir el camino adecuado para su mejor progreso de transformación personal. Y es que, "no se puede subir a una montaña por varios sitios a la vez".
Sobre "cómo empezar un camino"
Esto nos mete de lleno en la crítica que sobre todo hacen las grandes tradiciones al Mindfulness actual en el sentido de la poca profundidad y muchas veces carente de la ética tan imprescindible en todo camino, que lo podemos seguir llamando, aunque no me acaba de gustar esta palabra,"espiritual", para entendernos mejor. ¿Es esto verdad? Desde mi humilde opinión creo que es una verdad a medias.
Y es que como en botica, sobre todo introducido en este mundo tan comercial en el que vivimos, hay de todo, y por lo tanto es más difícil diferenciar el grano de la paja.
Es verdad que las prácticas de mindfulness pueden ser muy sencillas (que no simples), y que por eso están al alcance de cualquier persona que las quiera enseñar, pero esto ha llevado a que no siempre se utilicen para aliviar de verdad el sufrimiento humano, que es para lo que lo diseñaron las tradiciones de donde emerge el Mindfulness que ahora conocemos (una actualización o "recontextualización", como le gusta llamarlo a Jon Kabat Zinn cuando creó el programa MBSR).
No hace muchos años, en uno de sus libros que compartió con Mark Williams, hicieron esta advertencia:
"El creciente interés en las principales aplicaciones contemporáneas de prácticas meditativas antiguas, asociadas tradicionalmente con perspectivas y propósitos culturales y filosóficos específicos, plantea preocupaciones acerca de la misma esencia de estas prácticas y perspectivas, las cuales podrían ser involuntariamente desnaturalizadas debido a la ignorancia o a la aprehensión errónea, y potencialmente explotadas de modos inapropiados o imprudentes, y sugieren que este es un momento en el desarrollo de este nuevo campo, el cual está emergiendo a partir de la confluencia de dos poderosas y potencialmente sinérgicas epistemologías, en el que sería particularmente fructífero hacer una pausa y sopesar lo realizado"
Así que volviendo al tema que nos ocupa, yo diría que sí, que el Mindfulness actual, (encabezado por personas realmente comprometidas y sabias), sí que puede o podrá ofrecer un verdadero camino de transformación interior similar al de las antiguas tradiciones en las que se basa, y aunque creo que este camino está aún por diseñar, responderá mucho más al momento globalizado actual en que vivimos, ofreciendo un camino, que podríamos llamar "SIN CAMINO", en el sentido de que por su carácter laico, no se identifica con ninguna tradición, religión o filosofía específica. Además, esta integración sabia de los enfoques basados en mindfulness (en los ámbitos de la medicina, la psicología, la neurociencia, el cuidado de la salud, la educación, liderazgo empresarial...), con la sabiduría que reposa en las tradiciones orientales, puede llegar a ser una confluencia que abarque a más gente y que tenga por lo menos la misma profundidad que la esencia de las religiones actuales (algunas, ya pasadas de moda), porque no nos olvidemos que el verdadero mindfulness (que no es solo atención plena), apunta directamente al corazón humano y logra una transformación personal y experiencial basada en la sabiduría, el amor y la compasión.