Ni que decir tiene que el mantenimiento del mindfulness o de la práctica de la meditación es el principal desafío para las personas que se acercan al mindfulness y también muchas veces para los practicantes más experimentados. Con el auge del mindfulness actual, es frecuente encontrar a muchas personas que lo conocen, que lo han practicado o que han hecho cursos y programas de mindfulness a veces de buena calidad, sin embargo la proporción de los que mantienen la práctica cotidiana desgraciadamente es muy pequeña.
Los datos de adherencia a la práctica diaria de la meditación son bastante decepcionantes. No llegan al 7% del total de personas que se iniciaron un día y que al año mantengan la práctica de manera regular. Sin embargo, las investigaciones suelen prestarle poca atención a la tasa de abandono de los participantes.
¿Qué hacer entonces para mejorar la adherencia a a la práctica meditativa?
Aunque no hay consenso en el tiempo de práctica para conseguir efectos al final de los programas de 8 semanas, lo que sí se ha observado en la adherencia a la práctica, es la importancia de un tiempo elevado de práctica diaria durante el programa incluso más que el hecho de acudir o no a dichas sesiones semanales.(Matiz, Fabbro y Crescentini, 2018). Creo que este es un aspecto que nos debiera hacer reflexionar . Mi experiencia da la razón a esta s investigaciones.
Habitualmente las intervenciones basadas en Mindfulness suelen combinar 1 sesión semanal grupal con la práctica diaria en casa (Matiz et al., 2018), pero según el protocolo aplicado la duración de esa sesión semanal oscila entre 1 y 3 horas y la práctica diaria asignada entre 10 y 45 minutos.
Aunque hay estudios que dicen que 30-45 minutos podrían suponer una dificultad para la adherencia a la práctica (Berghoff et al., 2017), y que reducir el tiempo de práctica diaria asignada a los participantes podría influir en la adherencia a la práctica diaria (Berghoff et al., 2017), no está claro si serefieren a las 8 semanas que duran los programas o al mantenimiento de la práctica diaria una vez acabados. Faltan estudios que avalen esto al año o más del primer encuentro con la meditación.
A pesar de la abundante literatura existente sobre los efectos de la práctica de la meditación durante 8 semanas de entrenamiento, sus verdaderos efectos se mantienen solo con una práctica más continuada y prolongada en el tiempo (Goyal et al., 2014). Como señala Lacaille et al. (2018), es esta práctica continuada y duradera, con buena adherencia al entrenamiento, la que podría producir una respuesta más consciente en la vida diaria, favoreciendo el bienestar.
Así pues, creo que sería necesario replantear el tiempo de práctica que habitualmente se emplea en muchos programas de 8 semanas si lo que queremos de verdad es conseguir que los participantes continuen su práctica. Yo pienso que para crear el hábito de la meditación se necesita por lo menos un año de práctica continuada y para eso el participante una vez acabado el aprendizaje básico que aportan los programas, es necesario que se plantee un mantenimiento apoyado en grupos semanales, quincenales o retiros periódicos.